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Vista aérea de La Habana con el Palacio Presidencial a la derecha |
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Los edificios Focsa a la izquierda y el Someillán a la derecha. |
Había comenzado como un juego y se está convirtiendo en una
obsesión que me tiene abstraído y ausente del resto del mundo durante los
últimos días, más aún como fotógrafo, que creo sigo siendo. En La Habana no paras de
preguntarte como pudo ser esa ciudad en sus años de esplendor, si aún en su
estado actual de decadencia es tremendamente bella, la pregunta de todo visitante es cómo
pudo ser antes. Se echaba de menos una bola de cristal, un agujerito, una
mirilla a través del tiempo para saciar no solo mi curiosidad, la de la mayoría
de la gente con la que allí hablaba y con la que hablo estando ya en España.
Tenía las fotos que me proporcionó Noemí a mi llegada, una colección de 241
fotografías de algún fotógrafo al servicio, quiero creer, del Ministerio de
Obras Públicas. Este material circula profusamente por Internet, se regala en
los hoteles habaneros y siempre te lo estás encontrando, mires dónde mires.
Como punto de partida, no está nada mal. Vistas de El Vedado y Centro Habana
con operarios retirando los raíles de los tranvías y pavimentando las calles,
la ampliación de El Malecón y la construcción de numerosas infraestructuras y
servicios. Pero quería más y no sin dificultad y horas delante del ordenador,
vas hallando lo que buscas. Por deformación profesional, excluyo las imágenes
que considero de baja calidad por su técnica, su aportación documental, escasa
resolución o pequeño tamaño y al mismo tiempo voy haciéndome con una colección
muy interesante. Espero no vulnerar con mis actos ningún derecho de autor, las
fotos circulan en numerosas webs y foros de Internet. Si fuera así, no dudaría
en retirarlas.
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Mansiones en El Vedado |
He limpiado muchas imágenes y subsanado algunos defectos
como la suciedad en la copia original anterior al escaneado, algo totalmente
ajeno y prescindible y he corregido niveles y contraste si ha sido necesario.
El resultado de todo este trabajo me deja maravillado y más
enamorado, si cabe, de esta ciudad. El ambiente en sus calles, el tráfico de
personas y vehículos que ahora se me presentan relucientes y su maravillosa
arquitectura. Los lugares de ocio, los bares, casinos y cabarets con su
jolgorio noctámbulo. La elegancia y sofisticación de los años cincuenta y ese
toque de banalidad tan propio de los norteamericanos. La ciudad del pecado, de
las plumas y lentejuelas, del mambo en el Tropicana, del lujo desmedido, de las
mansiones, del consumismo y de los neones, las bombillas y de la publicidad
descontrolada. Muchas cosas desaparecidas, otras muchas que se quedaron,
algunas han visto pasar los años y otras se derrumbaron…
Demasiadas cosas para la reflexión.
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Reyna y Belascoaín |
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Puente sobre el rio Almendares |
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Transporte público, el tranvía |
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Calle Obispo en 1952 |
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