La Habana, una vida en color
Lo que empezó como un viaje de apoyo al pintor
riojano Luis Burgos a Cuba acabó siendo para Alfredo Iglesias una de sus
mejores experiencias personales y profesionales. Este logroñés, fotógrafo profesional, se trasladó el marzo pasado a la capital cubana, La Habana, con la idea inicial de ayudar a su amigo en su intención de pintar la última cena con personajes cubanos.
Pero esto sólo fue el comienzo de esta aventura. Una
vez allí, Alfredo se dio cuenta de las inmensas posibilidades que ofrece
La Habana. Y empezó a vivirla. “No quería hacer turismo. Quería vivirlo todo: lo que estaba viendo, oliendo, sintiendo…”.
Así que cogió su cámara y empezó a captar instantáneas, dejándose
llevar “por lo que me encontraba, por la ciudad, por los momentos”. De
ahí nacieron unas de sus mejores fotografías, porque “nunca se hace tan bien o tan a gusto un trabajo como cuando no esperas nada de él”.
Durante los tres meses de estancia fue publicando sus fotografías en un blog en Internet, ‘Habaneando’. En blanco y negro
son sus primeras fotografías de La Habana. Resultado del miedo que le
producía el color, es decir, la saturación de colores tan grande que
posee esta ciudad. “Esta saturación me llegaba a despistar, a colapsar”.
Así que empezó a desaturar las fotos. Las fotografías en blanco y negro
“mostraban la miseria y ruina del país -comenta Alfredo- el retrato de
los personajes cubanos, las situaciones callejeras, las desigualdades”.
Alfredo comenzó entonces a ver la belleza en esas imágenes, ya que “lo
que en un principio es ruinas, se convierte en algo precioso”.
La saturación de estos colores nunca desapareció. Y
tuvo que buscar ideas diferentes. Incluso llegó a ordenar por colores.
Un coche azul, con una casa azul. Un coche blanco, con un fondo blanco. O
un coche verde, rodeado de vegetación. Pasó de desaturar a ordenar los colores, porque “era un desmadre de colorido y de alguna manera tenía que aprovecharlo”.
De su estancia en esta ciudad destaca El Malecón.
Uno de sus lugares preferidos de La Habana. El olor del mar, el ver
saltar las olas, es “una válvula de escape” para Alfredo. Considera que
es un lugar que le permite distanciarse un poco de los que es el día a día en esta ciudad.
Y el atardecer en Cuba, como “un momento mágico”. Ese momento del día
cuando “las farolas se empiezan a iluminar y se mezclan la luz del
atardecer con la luz de las calles”.
Esta experiencia le ha dado las ganas para animarse a
embarcarse en otro reto parecido “cuando vuelva a surgir la
oportunidad”. De estos tres meses de aventura y fotografías, Alfredo
Iglesias se lleva “una gran experiencia y unos buenos amigos para toda
la vida”. “La Habana es una ciudad que te engancha –concluye Alfredo esta conversación- no creo que la olvide nunca”.
ENTERATE LOGROÑO https://enteratelogrono.wordpress.com/2015/01/28/la-habana-una-vida-en-color/#jp-carousel-885
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