En Logroño, logroñés y un poco
cubano. Ricardo y La Habana se conocieron hace unos 25 años y han llegado a sus
bodas de plata como una estable pareja de amantes maduros. El llegó a Cuba con
alma de revolucionario y ella le embelesó con la trova de Silvio Rodríguez y le
convirtió en su asiduo visitante. Por ella se hizo turista rico, mochilero
pobre y estudiante de cine; lo que hiciera falta para satisfacer a esta brava
mujer. Ahora Ricardo contempla el atardecer desde su balcón sobre la calle
Oquendo, porque en La Habana, Ricardo es habanero… y un poco logroñés.
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