sábado, 17 de mayo de 2014

Puerta


Habaneando. Puertas de La Habana (Alfredo Iglesias)
Miércoles, 7 de mayo  Hemos cerrado con llave la puerta y hemos desaparecido. Lo de las visitas inoportunas tiene su gracia, pero agota y hoy no estábamos para nadie. Ha sido una fuga con premeditación y bien estudiada. Luís, Raquel y yo nos hemos ido a “habanear” solos. Ayer nos rompieron los planes, la casa se volvió a convertir en un centro de convenciones. Raquel bajaba de la azotea tras su “meditación” con Vicente y casi tiene que pedir permiso por el pasillo para llegar a su habitación y encerrarse. Yo pensaba salir al atardecer y traerme algunas fotos y alguna anécdota para contar, pero un día más, me quedé con las ganas. Un cafecito en la 23 y para La Habana. Hemos llegado a la mejor hora del día y tenía que aprovecharla. Un precioso sol de atardecer iluminaba las fachadas de colores. Me despisto y me pierdo un rato por el barrio chino y cuando los vuelvo a encontrar, Luís ya me esperaba con una bucanero en la mano. Contemplamos las fachadas de piedra, las puertas de madera tallada, descuidadas y castigadas a miles de portazos, pero enteras y en pie. La ciudad hoy estaba serena y tranquila, tan serena y tranquila como lo estábamos nosotros.

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