viernes, 14 de marzo de 2014

Mapa sonoro. La ventana indiscreta y la gata sobre el tejado de zinc


Martes 11 de marzo

Almendrón (Alfredo Iglesias)

Olas y Malecón (Alfredo Iglesias)
    Los sonidos de la ciudad de La Habana se merecen varios capítulos, hablaré de ellos según vaya conociéndolos. Empiezo por los sonidos del barrio, que empiezan a hacerse familiares.
    El gran protagonista, como no podía ser de otra manera, es el viejo almendrón. Es la base rítmica sobre la que se compone la sinfonía habanera. No solo por el ronquido de su motor y el petardeo de sus escapes, los inagotables coches americanos delatan su presencia por el ruido de su chapa vibrante y castigada. Ayudados por el mal estado del asfalto de las calles, los viajes en estos coches son la gran experiencia sonora, acompañada por otra banda musical, ésta, al gusto de sus chóferes.

    Al patio trasero, asoma la casa de unos vecinos muy conocidos aunque todavía no los hayamos visto.
Se nos presentaron el primer día con una escandalosa bronca, busqué con la mirada las ventanas de donde provenían semejantes disparates. Identifiqué varias voces, tres o cuatro personas discutían. Pensé en algo grave, en una reyerta con navajas…¡que se yo!…
Nada llegaba a entender entre tanto grito hasta que fue pronunciado el nombre que me dio la clave: Mesi. Poco a poco, identifiqué otras palabras…El mejor… Barcelona…
Y lo más sorprendente, todos estaban totalmente de acuerdo en lo que se discutía.

    Todas las tardes, puntualmente y desde las mismas ventanas, el eco del que parece ser un estudiante de primer año de percusión latina. No es molesto, incluso agradezco su compañía.

    Anoche me despertó un sonido nuevo que espero no se repita. Desde mi cama imaginaba la escena. Tenía una gata en celo maullando como loca en un tejado bajo mi ventana y tras un buen rato de desesperadas llamadas, acuden dos machos a consolarla.
Claro está, llega la bronca gatuna y se enzarzan en una pelea de uñas que acaba en un golpe seco. Imagino a los dos felinos rodando juntos por el tejado hasta acabar en el suelo. No fue un sueño. Luis me lo ha confirmado por la mañana, a él también le despertó.

    Después de comer, siesta española. Luis me despierta, no entiende como no me he levantado antes. Yandris, de obras en su vivienda, ha estado trabajando con un martillo percutor. Toda la casa ha estado temblando. Luis extrañado ha entrado en mi habitación y  yo dormía con la boca abierta…pero de éste ruido no puedo hablar, yo no he oído absolutamente nada.

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