El gran protagonista, como no podía ser de otra manera, es
el viejo almendrón. Es la base rítmica sobre la que se compone la sinfonía
habanera. No solo por el ronquido de su motor y el petardeo de sus escapes, los
inagotables coches americanos delatan su presencia por el ruido de su chapa
vibrante y castigada. Ayudados por el mal estado del asfalto de las calles, los
viajes en estos coches son la gran experiencia sonora, acompañada por otra
banda musical, ésta, al gusto de sus chóferes.
Al patio trasero, asoma la casa de unos vecinos muy
conocidos aunque todavía no los hayamos visto.
Se nos presentaron el primer día con una escandalosa bronca,
busqué con la mirada las ventanas de donde provenían semejantes disparates.
Identifiqué varias voces, tres o cuatro personas discutían. Pensé en algo
grave, en una reyerta con navajas…¡que se yo!…
Nada llegaba a entender entre tanto grito hasta que fue
pronunciado el nombre que me dio la clave: Mesi. Poco a poco, identifiqué otras
palabras…El mejor… Barcelona…
Y lo más sorprendente, todos estaban totalmente de acuerdo
en lo que se discutía.
Todas las tardes, puntualmente y desde las mismas ventanas,
el eco del que parece ser un estudiante de primer año de percusión latina. No
es molesto, incluso agradezco su compañía.
Anoche me despertó un sonido nuevo que espero no se repita. Desde
mi cama imaginaba la escena. Tenía una gata en celo maullando como loca en un
tejado bajo mi ventana y tras un buen rato de desesperadas llamadas, acuden dos
machos a consolarla.
Claro está, llega la bronca gatuna y se enzarzan en una
pelea de uñas que acaba en un golpe seco. Imagino a los dos felinos rodando
juntos por el tejado hasta acabar en el suelo. No fue un sueño. Luis me lo ha
confirmado por la mañana, a él también le despertó.
Después de comer, siesta española. Luis me despierta, no
entiende como no me he levantado antes. Yandris, de obras en su vivienda, ha
estado trabajando con un martillo percutor. Toda la casa ha estado temblando.
Luis extrañado ha entrado en mi habitación y
yo dormía con la boca abierta…pero de éste ruido no puedo hablar, yo no
he oído absolutamente nada.
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