jueves, 12 de junio de 2014

De la cama a la hamaca



Habaneando. Playa. La Habana 1 (Alfredo Iglesias)
Entrada correspondiente al Miércoles 30 de abril y que no llegó a publicarse. A duras penas conseguí escribir unas líneas el domingo hasta hoy miércoles. Antes de nada, quiero señalar que estoy divinamente y mi salud, aunque con algún kilo de menos (de los que no ando muy sobrado) también. Al grano. El domingo empiezo a notar algunas molestias a las que no doy mucha importancia. Durante todo el lunes se repiten los mismos síntomas que no tardamos en identificar como una infección de orina. Solo necesito unos antibióticos y a seguir funcionando. Por la tarde Luís me acompaña al Hospital Cira García, donde nos informan que mi seguro de viaje no está activado. Tomo la decisión de irnos del hospital y “cagarme en el gran negocio de los seguros”. No alcanzo a entender como un seguro ya pagado no es efectivo en cualquier momento, si bien es cierto, que figuran y no precisamente en letra pequeña, los teléfonos a los que llamar para activarlo desde España o desde el extranjero. Esto, a mi corto entender y hasta que nadie me confirme lo contrario, pensaré que es un protocolo, o más bien una estrategia para que en casos no muy importantes llegues al médico y acabes pagando de tu bolsillo la atención médica y olvidarte de los seguros y del trámite que ello acarrea. Además me importa un rábano lo que me diga el médico, solo quiero su firma en un papel. Ya lo he dicho, solo necesito unos antibióticos y a seguir funcionando. Varias llamadas desde casa y diversas gestiones que mejor no contar. Algunas horas más tarde Ricardo, a través de Noemí, nos confirmaba la activación del seguro. El martes lo paso en la cama, con bastantes molestias y con fiebre hasta las 18.00 horas, que malamente me levanto y de nuevo al Hospital Cira García donde entrego la copia del seguro, mi pasaporte y me siento ante la puerta de la consulta. Mi pesadilla está apunto de terminar. Me llaman de recepción. Falta el correo de confirmación de la activación del seguro. La señorita de recepción me asoma el teléfono para que hable con no se quién. Miro al techo…al suelo…a la señorita…al teléfono…al techo otra vez. Pienso en mis riñones…en mi vejiga…en la caminata que me he tenido que dar…en la caminata que me di el lunes…en la cama y en la fiebre… Pienso en la señorita…¿Sabrá el significado de “peineta”? ¿Sabrá traducírselo al del seguro? ¿A quién se la debemos colocar?...El del otro lado del teléfono…¿Será español o cubano?...¿Con que le saludo?...¿Con un “mevoyacagarentuputamadre”? ¿O será mejor llamarle “comemielda”?. Trago saliva y cuento hasta diez. ¿Será posible que mi salud ahora dependa de un correo…? ¿Pero, de esos correos que llevan la arroba, o de los que se llevan en la alforja? Mi situación solo puede ir a peor si lo tiene que traer el Pony Express. - ¿Será usted tan amable de devolverme mi seguro y mi pasaporte...? Llego a casa desolado. Yandris me dice que ha pasado Flor y que ha dejado algo para mí. Son los antibióticos. Lo único que necesitaba me estaba esperando en casa. Es como para echarse a llorar. En menos de cinco horas me meto dos pastillas. Al rato llegan Luís, Oscar y Fran que vienen del aeropuerto. Llegan con una nueva inquilina, Raquel. Me levanto hoy miércoles. Estoy perfectamente y además nos vamos a la playa. Al volver, Oscar nos está esperando en casa con Cari, Yoel y Jenny. Es su cumpleaños y traen una tarta, carne de pollo y cerdo, pizzas, cervezas y ron. Yo me he vuelto abstemio, solo bebo agua. Son las 2.30 del jueves. Acabo de escribir y todavía no he visto las fotos de la playa. Hay un tráfico intenso de camiones y autobuses dando bocinazos por la calle 12. La gente va haciendo ruido y cantando. Todos van a La Plaza de la Revolución. Si quiero dormir, me tengo que echar ya porque me quedan muy pocas horas. Es Primero de Mayo.

Habaneando. Playa. La Habana 2 (Alfredo Iglesias)

Habaneando. Playa. La Habana 3 (Alfredo Iglesias)

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