Domingo, 11 de mayo Tengo un pequeño clavo en la cabeza y estoy cansado. Tres “lavadoras” por la mañana con la ropa de color y todas las sábanas de la casa han dejado el tendedero sin un hueco libre. Raquel me pide ayuda para cerrar la maleta. El abrigo ha quedado dentro y le quedan unas 16 horas para volverlo a necesitar. A las cinco en punto se presenta Mijail con su tremendo Oldsmobil para llevarnos al aeropuerto. De vuelta a casa, toda la ropa limpia descansa sobre la cama. No tengo fuerzas para hacer la cama y extiendo una toalla sobre el colchón. Son las ocho de la tarde y quiero acostarme un rato. Duermo trece horas seguidas.
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