martes, 10 de junio de 2014

Los hijos perdidos de Oshún

Habaneando. De vuelta a casa 1 (Alfredo Iglesias)
Habaneando. De vuelta a casa 2 (Alfredo Iglesias)
Lunes, 9 de junio Día de La Rioja y cumplo una semana en casa. Miro constantemente el reloj y resto seis horas. Ahora mis amigos de La Habana están durmiendo, yo sueño despierto con estar allí y por las noches hago lo mismo, a ratos dormido, a ratos despierto. A unos 7000 Km. de distancia las cosas no parecen haber cambiado demasiado, por lo menos de momento. Estoy sin teléfono en casa y tampoco tengo Internet. El teléfono móvil se ha quedado en Cuba. Saqué la tarjeta, pero en un error de persona mayor (cualquier niño se hubiera dado cuenta) todos mis amigos y conocidos se quedaron en la memoria del teléfono y en La Habana, aunque solo sea de forma virtual. También se quedó la petaca, compañera nocturna de juergas y paseos por el Malecón y un estuche de viaje con útiles de aseo que nunca fue estrenado. Una de mis camisetas preferidas, unos kilos perdidos e intransferibles (no me pesé al salir y tampoco lo he hecho a mi vuelta) y el puñetero teléfono, un regalo inesperado de última hora completan la pequeña lista de souvenirs logroñeses que se quedaron en la isla. Muy poca cosa. Se quedaron los ansiolíticos y antidepresivos. Parte de un tratamiento de por lo menos un año de duración que yo interrumpí a los pocos meses y al comienzo de mi estancia en Cuba, contraviniendo la opinión de los médicos y especialistas que me alertaban de los peligros de abandonar la medicación. Creo que la lista de lo que dejo, o más bien, de lo que Cuba me ha dado, empieza a tomar importancia. Me he conectado con el wifi de nuestro amigo Rafa, de LA GUINDALERA, desde donde se ideó y planificó en reuniones diarias todo el viaje y he visto por primera vez publicado todo el blog. A primera vista, faltan dos entradas que se nos han despistado y me interesa mucho publicarlas además de añadir más fotos y más grandes (ahora que puedo) y parte del trabajo de Luís, las obras realizadas durante esta “época cubana”. El sábado, Ricardo y yo estuvimos con Francis y Silvia en la finca de El Cortijo. Hemos lucido nuestras pulseras de colores con todos los dioses cubanos y una llamada a Luís para, entre risas, acabar gritándole “Comemielda….”. Por cierto, comimos ensaladas y chuletillas al sarmiento con vino de Rioja y ron cubano. Nos hicimos fotos que espero que se vean en Cuba y nos fumamos un Cohiba. Le faltó horas al día para hablar de nuestras experiencias habaneras. Acabamos en otra finca, de otro personaje que se nos presenta al oírnos hablar y confesarse enamorado de nuestro lugar en El Caribe. Allí y con Francis junior y Alejandro hemos perseguido a los cerditos y a las gallinas y hemos jugado con los caballos dentro del cercado. Me he llevado un buen pisotón y un salivazo en la camiseta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario