viernes, 6 de junio de 2014

La cámara de comercio y el comercio de cámara

Miércoles 28 de mayo No ha llovido, ha caído el diluvio universal. Un rayo ha caído muy cerca y hemos desconectado todos los aparatos eléctricos (el frigorífico, mi ordenador y la antena del televisor). Charlamos en el salón. Cada uno comenta sus impresiones acerca de la noticia de estos días, la delegación de la Cámara de Comercio americana de visita en La Habana. Todos parecen coincidir en que algo va a cambiar, las discrepancias se disparan cuando se habla de plazos… Salimos tarde de casa. En la Casa Balear una descaradamente espectacular mulata ejerce de guía a dos rubias enormes con cara de guiris y les presenta a varios mulatos. Estas dos, hoy no salen vivas. En una acera de la 23 un chaval que no llegará a los treinta está sentado en una pequeña silla con el respaldo apoyado en la pared y escucha música a través de sus auriculares. Pretende vendernos a una jovencita que espera en la sombra a unos cinco metros de donde estamos. Su precio es de 12 pesos y asegura poder conseguirnos otras dos chicas más para una supuesta fiesta que le hemos dicho vamos a celebrar. En el Pio Pio, abierto las veinticuatro horas, en un extremo de la barra un camarero juega al ajedrez con un cliente y en el otro, varios hombres rodean a cuatro mujeres que acaban de llegar. El precio de éstas, todavía es más bajo.
Habaneando. Olas en El Malecón. La Habana (Alfredo Iglesias)

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