sábado, 19 de abril de 2014

Gótico cubano. El Ansia

Sábado, 12 de abril

Habaneando. Balcón en San Lázaro (Alfredo Iglesias)

La película empezaba con las notas de “Bella Lugosi is dead” de Bauhaus y cobayas de laboratorio devorándose entre sí. Imágenes que se mezclaban con un concierto del grupo de Peter Murphy con gente “alucinada”, drogándose entre alambradas y barrotes de discoteca ochentera. Eran vampiros jóvenes, no envejecían nunca, guapos y glamurosos, no como esos chupasangre del crepúsculo. David Bowie, Catherine Deneve y Susan Sarandon. Aquí no hay cobayas, hay ratas como conejos en las calles (las veo siempre muertas, no se yo si por aquí ha pasado Brad Pitt), gatos en los tejados y sobre los contenedores, hormigas enanas que muerden como tigres y algunas cucarachas que salen por el baño. Eso que estamos en una “mansión de lujo” en el mejor barrio. Los vampiros somos seres paliduchos que necesitamos dormir por el día. Nos basta con una horita después de comer y tampoco aguantamos mucho el sol, sobre todo a esas horas. Pues aquí, nada. La gente empieza a vivir a las cuatro de la tarde. Las exposiciones inauguran a las cinco y los actos públicos también. Hoy creía que me esperaba una buena siesta, casi como las que dormía Cela, de orinal. Tampoco se estilan mucho por aquí las cortinas y la luz del sol entra a destajo y te despiertas con sarpullido y quemaduras (Hablo figuradamente, no vaya a ser que alguien le vaya a mis padres con que yo estoy en la UVI). Hemos ido tapando huecos al sol como hemos podido, con colchas o toallas, pero en mi caso ha sido insuficiente. Hoy he dado con la solución definitiva. La tenía tan cerca que no me había dado cuenta. El papel más útil en todo el mundo, el del periódico. Los que hemos trabajado en prensa sabemos que siempre hay que tener una pila de ellos almacenados, aunque parezcan inservibles, siempre les llega su hora y casi siempre serán insuficientes. Pues tampoco. Me tiro en el ataúd y suena el desagüe de Vicente, los tambores del percusionista invisible y el taladro de Yandris. Todo a la vez. Estoy que muerdo. A las siete de la tarde seguían sonando percusiones, ahora con acompañamiento vocal santero. Los resucitados en las tinieblas nos ponemos muy nerviosos con estos rituales cuando no nos dejan echar una cabezadita en todo el día. Así que ducha y a la calle a por dos cervecitas. Paseamos por el Malecón, tengo una nueva idea que me está dando vueltas por la cabeza y hay que trabajar. Para un fotógrafo esto es el paraíso y para un vampiro, el mismísimo infierno. He llegado aquí después de un parón de años, moribundo pero con las tarjetas de memoria vírgenes y con el tiempo suficiente para conocer algo esta ciudad. Esta noche le he pegado algún buen bocado (fotográfico) a La Habana. Suena “Sympathy for the Devil” de Sus Satánicas Majestades y Lestaft nunca había estado tan vivo.

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