sábado, 19 de abril de 2014

La luna roja

Lunes, 14 de abril Vicente me había comentado algo sobre una luna roja. Un fenómeno que sería visible, creo que me dijo, durante algunas horas del domingo y lunes y que se repetiría cíclicamente durante los próximos años. Me había olvidado del tema completamente. Laia ha venido a despedirse esta mañana. Vuelve a Barcelona. Su vuelo salía por la tarde y todavía tenía la maleta sin hacer. La voy a echar de menos. Ha sido nuestra primera despedida en Cuba. No quiero ni pensar en las que quedan. Tendremos que echarnos muy malos tragos. A las dos de la tarde nos vamos con Flor a la Casa del Alba. Tenemos una semana para preparar una exposición. ¡Vamos a exponer en La Habana! Ya hablaremos… Paseito por el Barrio Chino, una cervecita y a buscar un sitio donde cenar algo no muy caro. Serían las ocho y media cuando hemos cruzado por la calle Dragones. Miro a un extremo y me encuentro un tremendo globo rojo rozando los tejados. ¡La luna roja, la luna roja…! …Y me la he encontrado en la Calle Dragones, en el barrio chino de La Habana… Allí estaba, al final de la calle, como lo más normal, como cualquier otra lámpara de papel rojo. Una luna disfrazada de sol para esta ocasión. Los críos jugaban en la calle y nadie parecía hacerle el menor caso. Ha sido como magia, un premio a no se que, una imagen sin fotografía, solo para mi recuerdo, tres segundos para toda la vida y ha vuelto a desaparecer entre los tejados. Pasamos frente al Capitolio a las diez. Los portales ahora están tomados por los travestís. No dejan margen para ninguna duda. Son hombres con vestidos cortos y coloridos y con rellenos en los sujetadores. Creo que no tienen ni un detalle, casi ni un gesto auténticamente femenino que pudiera provocar algún desliz. Desde un banco, uno de ellos nos reclama con voz varonil. En cualquier otro sitio podrían parecer grotescos, menos aquí. Me había vuelto a olvidar de la luna. La veo en lo alto de Vedado. Ahora ni es roja, ni está travestida, ni tampoco estamos en el barrio chino.

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