miércoles, 2 de abril de 2014

Los dedos de dios

Sábado, 29 de marzo Mi amigo Carlos es la única persona que sabe como dios creó a la mujer y me lo ha contado. No la hizo a partir de una costilla de Adán, la fue creando en barro y con las caricias de sus propios dedos. Cuando la tenía casi acabada moldeó sus nalgas, las cogió entre sus manos y las levanto dejando sus pulgares impresos en el barro y al final de su espalda. Y le gustó su obra, la contempló y decidió dejar la marca, despiste producto de su ímpetu, como si de su firma se tratara. Entonces y solo entonces, descansó. Sábado noche en el malecón. Un cielo negro sobre un mar negro se ilumina con relámpagos que dibujan nubarrones. Yuniel pone la guitarra y nosotros el ron. Cantamos…Por un beso de la flaca yo daría lo que fuera… Yo me rio porque Yuniel habla muy rápido, le entiendes la mitad o nada y ahora canta acompasado y despacito. Beltor Brecht es un local redondo, herencia de los años 50 y que ha llegado intacto a nuestros días. Círculos y curvas en sus formas y en los dibujos del suelo. Ondas en las molduras del techo. Una sala semicircular preparada para un concierto y mesas de aluminio redondas distribuidas en tres gradas, semicirculares y concéntricas. Me recuerda al Ibiza logroñés, pero con “gente guapa”. Perdón, tan guapa como la de la cafetería del espolón pero más joven. Este lugar no tiene nada que ver con los locales de salsa, ni con la imagen de Cuba que se exporta a todo el mundo. Nada que ver con las canciones vulgares y los bailes de provocación y grosería. El ron y la cerveza me dejan en un estado de sedación contemplativa. Una mujer de piel oscura, solitaria permanece sentada en uno de los taburetes de la barra. Ausente, parece importarle un carajo el resto del mundo. Va a comenzar el espectáculo, el programado concierto y el suyo propio. Le pasan a buscar para acomodarla en una mesa reservada en primera fila…y se pone en pie. Camina sin mirar a nadie, su silueta hace perfecto juego con el resto del local, curvas, ondas y círculos velados en un mini vestido blanco pegado al cuerpo. Taconazos para mirar desde arriba al resto del mundo si le hiciera falta. Carlos, he conocido a la modelo de dios y ya no es de barro. Es de piel oscura, tersa, suave y dura. En la sala, el resto de mujeres son mortales pero creadas en la misma escuela-taller de dios y por algún ángel y alumno destacado.

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